Los propósitos de Foucauld sobre el lenguaje

Foto de San Charles de Foucauld con un sextante, tomada de este sitio.

Hace tiempo que ya no viajo con libros de papel. Llevo todas las lecturas en un lector electrónico. Es una facilidad. Me acuerdo cuando de pequeños íbamos de viaje con mi familia y cada uno llevaba uno o dos libros. Mi padre los llamaba “material de lectura” y era algo sobre lo que preguntaba con insistencia antes de salir “¿llevás material de lectura?”. Había que elegir con cuidado, con una pizca de conservadurismo y otra de arrojo. Al ser tantos, si alguno terminaba el suyo o no le gustaba, tenía los de los hermanos, pero había que turnarse para leerlos. Eso tenía su gracia. Los libros terminaban ajados y con manchas, con espigas, hojas y flores como señaladores entre las páginas. Si uno los abría meses después, en invierno, aparecía una muestra de pradera entre las hojas, y un verano lejano llegaba al trote a lamernos las manos.   

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Es verano también ahora y leo en una recopilación de San Charles de Foucauld unas resoluciones sobre el lenguaje:

Disminuir (en general, la extensión de las cartas, pero no el número): hablar (en general) poco a cada uno y sopesar mis términos para decir todo lo que haya que decir en palabras precisas y breves; orar (una comunión espiritual) antes de hablar a algunos por escrito o en viva voz… Hablar más de lo que lo hago de Dios, de Jesús… Aumentar mi conversación con los humildes, acortarla con los poderosos…. En las situaciones embarazosas orar… En caso de duda, callarme. (de Foucauld, 1964, p. 124)

De cada uno de estos propósitos se podrían descubrir matices. En la primera resolución, por ejemplo, evidentemente el santo pretendía evitar hablar de más, pero también hay una delicadeza con el otro “no disminuir el número de cartas”. Es decir, la caridad ―¡qué novedad!― mejora el lenguaje, incluso más que la templanza. Leo en internet que de Foucauld es patrono de los insatisfechos, los fracasados y de aquellos que recomienzan. Esto es apropiado también para escritores y lectores, pienso, porque es algo habitual en todos los que trabajamos con las palabras experimentar casi permanentemente limitaciones y pobrezas. Creo, también ―o al menos yo no lo encontré―, que se menciona poco el vínculo de Foucauld con el lenguaje, y, sin embargo, lo sospecho esencial. No solo por este pequeño fragmento que incluyo, sino porque el santo es también autor de un diccionario tuareg-francés, y tradujo parte de los evangelios a esa lengua. Bien podría ser, entonces, al modo de Jerónimo, pero del lado de los insatisfechos, patrono de quienes cometen ripios, interpretan con pobreza y, finalmente, yerran.

Foucauld de, C. (1964). Escritos espirituales. Trad. «Un miembro de la fraternidad laica de los hermanos de Jesús». Reimprimatur: José María, Ob. Aux. S. V.

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