A Hilaire Belloc, de Gilbert Keith Chesterton

Cita

Comparto un juego de verano, la traducción propia de uno de mis poemas favoritos, A Hilaire Belloc (1904), de G. K. Chesterton, que Juan Arabia ha tenido la bonhomía de publicar en Buenos Aires Poetry. En el mismo sitio había aparecido en 2017 El país del sur (1901), de Belloc. Ambos poemas deberían leerse juntos porque se refieren al mismo sitio, el condado de Sussex, y porque ambos autores, entrañables amigos, repiten finalmente un mismo juicio.

A Hilaire Belloc

Dios hizo especialmente las estrellas;
Los bebés las contemplan asombrados
Y las ven enredadas en un árbol;
Veías la luna desde los Downs de Sussex,
Esa luna de Sussex, aún sin pisar,
Toda la luna solamente para el pueblo,
La mayor lámpara de Campden Hill.

Sí, el Paraíso está por todas partes en casa,
La gran gorra azul que siempre sienta bien,
Y así es (calma; ya llegan a la meta
Por fin mis ideas errantes),
Lo mismo ocurre con las cosas heroicas,
que no se acabarán con el fin del mundo
Y aunque se agiten las tétricas máquinas,
No te asustes demasiado, amigo mío.

Esto no terminó en la tumba de Nelson,
Donde yace una Inglaterra inmortal,
Ni cuando tus jóvenes altos, uno a uno,
Bebieron muerte como vino en Austerlitz.
Y cuando los eruditos nos señalaron
Los fríos y mecánicos acontecimientos futuros,
Nuestras almas dijeron en la oscuridad,
“Quizás, pero hay cosas más seguras”.

Es más seguro que a través de estos prados lejanos,
En estas estribaciones suaves y libres,
Los tambores toquen un vals de guerra
Y la Muerte baile con la Libertad;
Más seguro que se levanten barricadas
Sobre la matanza y bajo el humo,
Y la muerte, el odio y el infierno confiesen
Que los hombres han encontrado algo para amar.

Lejos de tus soleadas tierras altas,
Vi este sueño; las calles que pisé,
Las calles rectas y claras que se unen,
Las calles estrelladas que señalan a Dios.
Esta leyenda de una hora épica,
Un niño que soñé y que sueño aún,
Bajo una gran torre gris
Que golpea las estrellas en Campden Hill.